De esta particular manera trabajan los operarios especialistas en trabajos verticales: literalmente colgados. Al menos, en una gran mayoría de los trabajos que deben realizar. Mediante la utilización de anclajes y cuerdas y, gracias a una excelente formación y técnicas, los trabajadores en altura o que deben realizar tareas en lugares de difícil acceso, se mueven por los cielos, como pez en el agua. La valentía, la pericia y la habilidad son los rasgos fundamentales para poder realizar este tipo de trabajos.
Dedicarse a esta profesión, entraña una serie de riesgos añadidos, dada la dificultad implícita en la metodología de trabajo. Si ya realizar ciertas tareas con los pies pegados al suelo pueden resultar arriesgadas, añadir el factor altura y el estar suspendido en el aire para acometer las tareas, implica un aumento exponencial de los riesgos asociados al desempeño laboral. No obstante, se trata de un trabajo que resulta emocionante, claro está, debido al riesgo implícito.
Expertos en este tipo de andaduras son los profesionales del sector de Traltur que nos han tranquilizado al respecto de los riesgos, asegurándonos que hacer trabajos verticales, es más seguro de lo que parece. No en vano, para acceder a uno de estos puestos de trabajo, hay que cumplir con una normativa especifica y reunir una serie de requisitos. El Real Decreto 2177/2004, regula la actividad económica en la que se enmarca, estableciendo en su anexo cuatro, entre otros aspectos, la necesidad y obligatoriedad de que los trabajadores acrediten una formación específica. Esto incluye siete puntos concretos.
– Técnica: formación específica en técnicas para la progresión mediante cuerdas y sobre estructuras.
– Sujeción: formación concerniente a todos los sistemas de sujeción.
– Anticaídas: igualmente, formación relativa a todos los sistemas anticaída.
– Mantenimiento: conocimiento sobre las normas de cuidado, mantenimiento y verificación de los equipos de trabajo y seguridad.
– Rescate: los trabajadores deben conocer las técnicas de salvamento accidentadas en suspensión.
– Meteorología: formación sobre las medidas de seguridad ante las condiciones meteorológicas que puedan afectar a la seguridad en el trabajo.
– Cargas: conocer las técnicas seguras de manipulación de cargas en altura.
Con estos puntos clave, se regula la normativa referente a la formación y conocimientos necesarios para realizar trabajos en altura. Además de la experiencia y conocimientos relativos a los diferentes trabajos que se van a tener que realizar. Por lo tanto, trabajar en altura, requiere de especialización en, al menos, dos campos: el trabajo vertical y el oficio a desempeñar.
Trabajos que se hacen desde las alturas
La aplicación de estas técnicas de trabajo es prácticamente ilimitada. Dado que la cualificación de los profesionales, capacita para el desempeño de diversas funciones, estos pueden realizar trabajos de cualquier tipo. Pasamos por alto que muchas de las tareas que nos parecen cotidianas y habituales, se tienen que realizar a muchos metros de altura. El mantenimiento de edificios, la instalación de algunos elementos, o meros servicios de limpieza, deben hacerse literalmente colgados, debido a su altura o accesibilidad.
A continuación, vamos a enumerar algunos de los trabajos que pueden y, de hecho, se realizan, en altura. Colgados, anclados o subidos a una plataforma por igual, suspendida en el aire:
Infinidad de trabajos de pintura, requieren los servicios de trabajadores verticales: fachadas, patios de luces, medianeras, silos, torres, chimeneas industriales, requieren de forma periódica su mano de pintura.
La reparación y rehabilitación de edificios o grandes estructuras con patologías en las cornisas, cerramientos, rehabilitación de fachadas o monumentos, también se hace desde las alturas en numerosas ocasiones.
Cuando es necesario sujetar aplacados de las fachadas, los “aplacadores” son operarios en suspensión.
Para instalar cerramientos o cubiertas en lugares de difícil acceso, los trabajadores verticales son fundamentales. Así como para instalar conductos de ventilación o tuberías ubicadas en el exterior de los edificios.
El sector de la limpieza no escapa a las colgaduras: fachadas y cristales son especialidad de estos profesionales.
Cuando es necesario sustituir las bajantes del desagüe o los canalones de los tejados, es necesario que se contrate un servicio de trabajos verticales. Aunque no se cuelguen totalmente, los tejados entrañan un riesgo importante.
Colocar publicidad o pancartas en las vallas, edificios y lugares poco accesibles, es tarea de los trabajadores en altura.
En definitiva, todos aquellos trabajos, independientemente de su categoría y naturaleza, son proclives de necesitar para su realización, operarios cualificados en las técnicas de trabajos verticales. Obvio es que, muchos de los trabajos cotidianos, como ya mencionamos anteriormente, se tienen que hacer a muchos metros del suelo. Si a estos, añadimos trabajos con mayor especialización, la lista puede resultar interminable. La seguridad es primordial en cualquier trabajo, pero si lo haces colgado, hay que incrementarla.
Seguridad, ante todo
Como se desempeñan estos profesionales a esas alturas es algo que no podemos saber si no lo practicamos. La destreza y la practica seguramente ayuden, obviamente, Sin embargo, sentirse seguro es fundamental para que los temores no invadan nuestra mente y nos paralicen. Algo que a muchos nos ocurre cuando ascendemos a algún lugar, sea montaña, edificio o monumento.
Los trabajadores verticales, cuentan en su profesión con una serie de sistemas que les hacen sentir seguros a la hora de realizar sus trabajos. En este caso, los sistemas utilizados cuentan con un diseño y funcionalidad, dirigido a evitar caídas.
Uno de los mayores riesgos que conlleva el trabajo vertical es la caída a diferente nivel. Los sistemas anticaída, como las líneas de vida, son los elementos que van a evitar que esa caída se produzca y en el caso de que se de la circunstancia, su misión es la de retener al operario.
Actualmente, existen diferentes sistemas anticaída. Esto quiere decir que los operarios pueden recurrir a diferentes formas de protegerse del mismo riesgo, según preferencia o necesidad.
Los sistemas colectivos, consisten en barreras intercaladas entre la superficie donde se realizan los trabajos y el suelo. Con su instalación se pretende evitar la caída de los trabajadores. Barandillas, mallas de protección…
Aparte de contar con estos sistemas que son necesarios y protegen a todos los trabajadores que se encuentren en la zona de trabajo, los operarios cuentan con sistemas de protección anticaída individuales. Estos sistemas se basan en la utilización de los EPIs propios del trabajo y sirven para evitar la caída o detenerla si se produce. Gracias a ellos, las condiciones de seguridad son máximas. Líneas de vida, puntos de anclaje o pesos muertos están destinados a cumplir con esta función.
La elección de los sistemas anticaída se basa en la frecuencia de uso, la experiencia del operario en la zona de trabajo y los recursos económicos. Como en cualquier empresa, la inversión es importante. Cabe destacar en este aspecto, que el coste de un sistema anticaída no infiere en la calidad y la seguridad que ofrecen. Afortunadamente, la diferencia de precio entre unos sistemas y otros estriba en el confort que ofrecen. La seguridad esta siempre certificada y debe cumplir con una serie de requisitos.
La facilidad de uso y las máximas medidas de protección para realizar ciertos trabajos se encuentra clasificadas en categorías de seguridad. Destinando los equipos más sencillos a profesionales con mayor experiencia y formación.
Los sistemas mas costosos son los que se utilizan para trabajos que requieren una seguridad máxima como las protecciones colectivas, donde el tráfico de los operarios es permanente y estos cuentan con la formación básica.
Hay que decir que se trata de un trabajo arriesgado, no apto para cualquiera, pero, aun así, emocionante. Ser capaz de realizar una tarea colgado en el aire, conlleva sin duda, un subidón de adrenalina.